CAMINA A NUESTRO RITMO LA HERMOSURA, CON PASOS IGNORADOS. El desconocimiento que se tiene, en México, de la literatura.

martes, 9 de noviembre de 2010

CAMINA A NUESTRO RITMO LA HERMOSURA, CON PASOS IGNORADOS.
El desconocimiento que se tiene, en México, de la literatura.
Por: Fátima Olvera Salas
… siendo los que hoy llamamos mexicanos,
una raza anómala e intermedia entre el español y el indio,
una especie de vínculo insuficiente y espurio entre dos naciones, sin nada de común,
 su existencia fue vaga e imperfecta durante tres siglos.
Guillermo Prieto, Revista científica y literaria de México, 1845
       
        Los seres humanos, dentro de su vasta complejidad, siempre han priorizado, por encima de muchos asuntos,  buscar maneras de comunicarse y encontrar estrategias para que se lleve a cabo satisfactoriamente dicha comunicación. Este proceso se efectúa de distintas maneras: dibujos, señas corporales, lenguaje escrito y oral, etc.     
       Dentro de la manera escrita, desde siempre, en algunos individuos ha existido una necesidad de expresión, más que de mera comunicación; una necesidad de dar a conocer sus obras, de llevarlas a la vista y el corazón de quienes las toman, de invitarlos a ser partícipes de sus fantasías, vivencias, sentimientos u opiniones diversas. Y éste hermoso y sublime arte es la literatura.
      La literatura en México tiene un amplio acervo bibliográfico, ha tenido excelentes escritores, ensayistas, cronistas, poetas, y demás. Sin embargo, en el transcurso de los tiempos la gente de bajo nivel social y económico había sido, de algún modo, excluida de disfrutar de la lectura, ya fuera por motivos políticos, sociales, laborales, y hasta costumbristas y prejuiciosos. En fin, hubo tiempos en que no nos era permitido leer ciertos textos, o simplemente no se tenía el poder adquisitivo hacia un simple escrito.
      Otra razón (tal vez la más importante) por la cual muchas personas no conocían ningún tipo de literatura, era porque obligatoriamente un hombre humilde debía trabajar el campo o algún otro oficio, y la mujer a los quehaceres del hogar, se decía que la lectura era totalmente una pérdida de tiempo. Hasta se llegó a decir que era un invento maléfico que nos quería alejar del bien. Lo anterior debido a que, como ahora sabemos, la literatura es abierta a todo tipo de ideas, pensamientos y fantasías de quien se atreve a escribir y dar a conocer, así que no es de sorprendernos que anteriormente un texto se haya considerado como “maldito” por nuestros antepasados.
      En fin, en su ir y venir en las distintas facetas de los Mexicanos, la literatura camina ahora hacia nosotros con un aire de hermandad dirigida a todo el mundo, con una cierta igualdad de palabras entre su elegancia y el coloquial vocabulario de la gente común. Se acerca a nosotros de un modo, amable a veces, sincero en otras ocasiones, pero se nos entrega apasionadamente dócil, mansa, esperando sólo que la tomemos y disfrutemos de ella.
      Es lamentable darnos cuenta de que, aunque los tiempos nos son total y completamente favorables para tener al alcance algún escrito, y aunque cada vez nos resulta más fácil la lectura y comprensión de sus contenidos, aún existen personas que no conocen este arte, todavía sienten pereza por leer tan sólo unas cuantas líneas, por, según dicen, no encontrar ningún sentido dentro de ellas.
     En este trabajo se presenta una pequeña noción histórica acerca del inicio de los medios de divulgación en nuestro país, junto con las opiniones de algunos escritores y/o periodistas, los cuales han propuesto opciones para explicar el porqué del desconocimiento que tenemos en general los Mexicanos sobre este hermoso arte.
     Se exponen, de igual manera, algunos textos literarios que, como muchísimos otros, no son merecedores de ser ignorados, así que fueron leídos a algunas personas, cuya opinión acerca de ellos se integra también al presente material.

Mándese que te escriba algún indicio
de que he llegado a ésta ciudad famosa,
centro de perfección, del mundo el quicio;
 su asiento, su grandeza populosa,
 sus cosas raras, su riqueza y trato,
su gente ilustre, su labor pomposa.
Bernardo Balbuena, grandeza Mexicana.

… y se hizo la lectura en México.
Después de la llegada de los españoles, la esclavitud, la explotación y el menosprecio a los indios y criollos de la Nueva España, y todo lo que rodea la historia política y social de lo que ahora es México, entre todo ese embrollo, el pueblo fue bendecido e iluminado por la extraordinaria primera “Gaceta de México” (primera de tres) en la que se daban cita, en gran parte, textos religiosos, aunque también había textos marítimos, mineros, comerciales, oficiales y sociales, la cual fue fundada por el sacerdote Juan Ignacio de Castorena, en 1722.
Lo anterior escrito por Carlos Monsiváis como prólogo en el libro “A ustedes les consta” en el cual hay una nota interesante que nos habla de la censura que, por obvias razones, tenía que estar presente en los primeros números de la Gaceta, y que fue reproducida por María del Carmen Ruiz Castañeda en una de sus investigaciones sobre la prensa Mexicana:
No se hacen (aquí) reflexiones políticas, porque se goza de un gobierno pacífico, y porque las máximas de estado se gobiernan por el irrefragable dictamen  de nuestro Soberano. Sólo se solicita el buen ejemplo para la posteridad y que sean pauta a las que serán las acciones heroicas de los que fueron. (Gaceta de México, núm. 6, junio de 1722.)
Me es imposible, además de prohibido, transcribir todo el prólogo del libro de Carlos Monsiváis, aunque todo sea interesante y en gran parte de este ensayo se vea aludido. El punto es darnos cuenta de que desde aquel tiempo, con censuras, con impedimentos políticos y sociales, los criollos comenzaron a aprender a leer la Gaceta y, sin poner atención a los fines con que leían, leían.
Después de la Gaceta, hubo más periódicos y revistas en los cuales los pobladores de lo hoy conocido como México, se enteraban y entretenían con el contenido cultural, científico y político de tales textos.
Las personas gustaban de leer a tal grado de esperar días enteros por la llegada de la prensa a sus pueblos, y hasta se reunían grandes cantidades de personas para escuchar lo pronunciado por un individuo al leer uno de esos periódicos.
 Ahora lo que podemos pensar es que tal vez fue la novedad de tener un medio nuevo de comunicación y divulgación. Aunque he reflexionado sobre el tiempo que dura una novedad, y no creo que una simple novedad nos pueda durar un siglo o más. No fue novedad, pero tampoco nos ha quedado, que digamos, una gran herencia lectora.
Termino la pequeña nota histórica con una pequeña frase:
“Un libro tiene que ser el hacha que rompa nuestra mar congelada” (Franz Kafka, julio 3, 1883 - junio 3, 1924)
Dijeron los que sabían, dicen los que saben…
En la época post independentista, habiéndose consolidado México como una república independiente, saltaron a la vista numerosos artículos hablando de la cultura popular de la nueva nación:
“…porque el escritor no tenía pueblo, porque sólo podía bosquejar retratos que no interesan sino a reducido número de personas. ¿cómo encontrar simpatías describiendo el estado miserable del indio supersticioso , su ignorancia y su modo de vivir abyecto y bárbaro?” (Guillermo Prieto)
Veamos que, desde aquel tiempo, la gente ya comenzaba a sacar el espíritu selectivo que se esconde ahora tras un buen lector contemporáneo. Comenzaba a dar prioridad a lo “llamativo”:
Yo no puedo defender lo que no conozco, pero estamos a estas fechas tan adelantados en ilustración, que si no se bautiza con un título escandaloso, no se vende y el autor pierde su trabajo y el dinero, y éste no todos tienen ganas ni proporción de perderlo”(José Joaquín Fernández de Lizardi)
Ahora, opiniones modernas acerca del fenómeno de la no lectura, en México:
“Una de las cuestiones con la que nos hemos encontrado y sobre las cuales se han hecho varios intentos a lo largo de los años es un intento de retomar lo que han publicado las universidades mexicanas, que ha tenido poca difusión… Nosotros nos hemos puesto de acuerdo, hemos entrado en contacto con las universidades, las que tienen en sus departamentos de publicaciones muchas obras que pueden interesar al público mexicano…”, (Martí Soler)
¿En México sí leemos?
Sólo es cosa de subirse al metrobús, al micro o al metro y ver cuántas personas están leyendo algo. Los que van sentados, hasta se acomodan, agachan el cuello, con una mano “cuidan su equipaje” y con la otra toman el documento. Los que van de pie hacen gala de su equilibrio para cargar una mochila o bolsa, colgarse el suéter en el cuello, apepenarse del tubo y con una misma mano sujetar el folletín y hasta cambiar de página.

Inténtelo, dense cuenta de esta realidad. Las personas de verdad leen y no sólo en el transporte público, también en las salas de espera, mientras hacen
fila, en la cama y hasta en el baño.
Las revistas de chismes, los periódicos de nota roja, las novelas rosas, las publicaciones donde el principal atractivo son las fotos de “estrellas” con poca ropa sin mencionar los reportajes tan educativos que explican ¿cómo lograr un orgasmo?, o ¿cómo se le llama al sexo oral en otros países?, son, como dirían por ahí, “la delicia de chicos y grandes” (Nora Torres).
…¿Cuántos sí y cuántos no?
Ahora sí, dispongámonos a observar la realidad. Lo de hoy, la moda. Veamos algunos fragmentos de novelas y poemas. Y veamos cómo ha respondido la gente en cuanto a ellos: testimonios reales, de gente real, “como tú y como yo”.
 “Había esperado en sí mismo la emoción del esfuerzo, el conflicto entre educador y auto-educador. Cuántas veces había deseado oprimir la cintura imprudente. Cuántas veces lo había deseado sin deseo. Pero ella no tenía un talle tímido. Había esperado hacerla menos deseable, para desearla. Había querido aligerarla de un sastre inútil, de inútil sobrante de sexualidad. En rigor, había querido dejarle su sexo a solas, un sexo puro sobre el que levantar el sentimiento.” (Mario Benedetti, fragmento)

“Te vi un punto, y, flotando ante mis ojos,
la imagen de tus ojos se quedó,
como la mancha obscura, orlada en el fuego,
que flota y ciega si se mira al sol.
Adondequiera que la vista fijo,
torno a ver tus pupilas llamear;
mas no te encuentro a ti; que es tu mirada:
unos ojos, los tuyos, nada más”. (Gustavo Adolfo Bécquer, fragmento)

“Tus principios salvados y tus leyes insultadas,
Tus monumentos altivos en los que se agarran las brumas,
Tus cúpulas metálicas inflamadas por el sol,
Tus reinas teatrales con voces encantadoras
Tus rebatos, tus cañones, orquesta ensordecedora,
Tus mágicos empedrados, erigidos en fortalezas”, (Charles Baudelaire, fragmento)

“No me gustan porque no les entiendo (le fueron explicadas), además que no nos sirven para nada, por ejemplo, leer historia nos enseña cómo fue fundada nuestra ciudad, cómo vivían las gentes de antes, y cuando leemos, por ejemplo, reportajes científicos, nos damos cuenta de cómo funcionan muchas cosas y con la literatura no aprendo nada, al menos creo que nada” (No quiso proporcionar su nombre)
A esta persona no se le pudo persuadir de lo que creía, pero al menos dio a entender que leía. De cierto modo, se le insinuó que dentro de muchos textos científicos y de otros tipos, está implícita la literatura, se le explicó que dentro de la literatura se dan cita los diferentes sucesos de la historia del mundo, que de hecho la Biblia era una muestra de ello, que era una obra literaria. Hizo como que creyó.
“Están bonitos” (dijo cuando se terminó la lectura), aunque no les entiendo mucho, (tal vez para la próxima la elección de textos la deba hacer otra persona más capaz) yo no leo mucho, pero sí me gusta, lo poco que he leído me ha llamado mucho la atención y como que me ha servido para la vida. He leído, me gusta leer superación personal y cuentos de amor” (Laura)
Se goza al escuchar a alguien que, por lo menos cree que la literatura es bonita, que lee de vez en cuando, y que se de cierto modo hace a la literatura parte de su vida.
“Pues yo creo que dentro de nuestra vida debemos incluir la literatura como un hábito, porque es una muy buena manera de estar en contacto con otros mundos y saber que existe gente capaz de expresar lo que siente y lo que ve de una manera muy elegante, (se le insistió a que dijera si leía o no) pues no leo mucho, pero como digo, hace falta en la vida” (Jorge Alberto)
Como luego se dice, lo difícil es aceptar el problema, en el aceptarlo está la solución, Jorge ha dado una muestra de ello, pidió copia de las obras completas para leerlas en casa, ¡muy bien!
“Yo siempre he leído, por ejemplo, cuando salgo siempre llevo un libro para leer en el camino, a veces me dan sueño, pero desde que era niña he leído, mi papá leía mucho, tal vez por eso me gusta a mí. Además siempre es reconfortante leer un libro, a veces hasta te sirve de relajación, porque te hace escapar de la realidad”.
Una persona que lee literatura, tal vez a veces, como a todos nos pasa, le da sueño porque está muy desvelada o cansada.
No, yo no leo, ¿para qué?, en vez de eso hay que ponerse a trabajar, uno pierde mucho el tiempo, todavía la gente que tiene dinero y se queda en su casa todo el día sin tener que ir a trabajar, pues ellos sí pueden leer, pero uno que no tiene ni para comer, tiene que salir a buscar, si leo es para informarme, el periódico o alguna revista, pero para leer cuentitos está la escuela, que los maestros se los lean a sus  alumnos y ya”(No quiso dar su nombre)
Pues ahora vemos que el presente es muy parecido al pasado de la gente de bajos recursos, no leen porque tienen que salir a trabajar y no tienen un solo momento para dedicarlo a la lectura, y menos de “cuentitos”, ahora una última pregunta: ¿Qué pasaría si se le pagara a este hombre para que leyera un libro? ¿Lo haría? No se le preguntó, por el temor a que dijera que sí (aquí el dinero también es escaso)
Sí, ya que me explicas que son parte de un algo más grande, puedo comprenderlos, porque así sueltos como que no tienen mucho sentido cuando uno no los ha leído completos. Yo creo que sí es importante leer, aunque sea un ratito, por ejemplo yo, trabajo, tengo una familia, así que no me puedo dar el gusto de leer durante mucho tiempo, tengo que atender todos mis compromisos, con mis hijos, mi esposa, mi trabajo. Pero la verdad leer sí nos ayuda mucho, tan sólo se nota en la forma de hablar, no dijo que yo hable todo correcto, pero habiendo leído un poco, ya tenemos más como defendernos con esto del vocabulario, ¿No? (Jesús Martínez)
Sí, no queda más que felicitar a Jesús porque subió las estadísticas de lectura en México, de la literatura. Al final quedó así: dos de cada diez personas ocupan unos minutos de su tiempo para leer un poco del acervo literario que se ha quedado olvidado y hasta ofendido por los ocho de cada diez.
Tal vez en México no leamos como en otros países, no se integraron al material todas las respuestas del “vox populi” pero mucha gente lee, aunque no literatura. Se da buen fin al estudio del porqué de la no lectura, con resultados no tan fatales como se esperaba.

Bibliografía general
v     Benedetti, Mario. Esta mañana, Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 1994
v     Monsiváis, Carlos. A ustedes les consta. Editorial Crónicas.
v     Baudelaire, Charles. Las flores del mal. EFEC EDITOR
v     Bécquer, Gustavo Adolfo, Rimas y leyendas. Editorial Porrúa
http://estonoesunsimulacro.blogspot.com/2007/08/es-cierto-que-los-mexicanos-no-leemos.html

0 comentarios:

Publicar un comentario

Letrados de la UAZ. Con la tecnología de Blogger.

"Puedes, sí, como hombre, alguna vez fallar, pero nunca claudicar"

DERECHOS DE AUTOR

myfreecopyright.com registered & protected