LA HISTORIA DE LAS BRUJAS Y SU APARICIÓN EN LA LITERATURA

viernes, 12 de noviembre de 2010

LA HISTORIA DE LAS BRUJAS Y SU APARICIÓN EN LA LITERATURA
Alejandra Flores Casas
                                   
  “La mujer nace hada. Por el retorno singular de la exaltación es sibila.
Por el amor, maga. Por su finura, su malicia, es bruja.”
Jules Michelet
              
La definición de la palabra bruja es: “mujer que, según la opinión vulgar, tiene pacto con el diablo y, por ello, poderes extraordinarios.”[1] Es decir que bruja será aquella que, de acuerdo con el sentir  general de  un grupo ordinario de personas, goce de un convenio con el ser maligno por antonomasia: el diablo. Pero este concepto no es el que se conoce desde el principio de los tiempos.

La existencia de las “brujas” se remonta a la antigua Grecia, aunque todavía no recibían ese nombre, sino el de hechiceras. Se tenía la idea de que éstas poseían conocimientos de herbolaria y se reunían en las noches para alabar y pedir éxito en sus hechizos a las diosas Hécate, representante de la oscuridad y el terror de la noche, de las plantas venenosas, que anda con una jauría de perros salvajes; Selene, diosa de la luna; Diana, diosa de la caza y los bosques. Hasta este momento de la historia, la hechicería se entendía como una manera de rendir culto a todas las diosas consideradas la Gran Madre y a la organización matriarcal que había existido en los primeros períodos de la historia del ser humano, mediante la elaboración de pócimas con plantas y el conocimiento de la naturaleza.

Una hechicera que aparece en la literatura griega es Medea, en la obra del mismo nombre escrita por Eurípides. Esón, padre de Jasón es asesinado por su hermano Pelias, luego éste manda a su sobrino Jasón a que le traiga el velloncino de oro. Jasón emprende un viaje junto con los argonautas para traer a su tío lo acordado.  Al regresar Jasón, Medea de forma hábil y vengativa, utiliza sus poderes de hechicería para cobrar a Pelias la muerte de Esón diciendo a sus hijas, las Pelíades, que podían convertir a un animal viejo en uno joven despedazándolo y cociéndolo, ella realizó una prueba para convencerlas introduciendo una oveja a un caldero y saltó de éste un cordero, así que despedazan a Pelias y lo ponen al fuego, por querer regresar a su padre la juventud, le quitan la vida accidentalmente. Medea y Jasón se alejan a Corinto tras el espantoso hecho. Ahí Jasón se compromete en matrimonio con la hija del rey Creonte y desata la ira de la hechicera Medea. Al saber que ésta querría vengarse, el rey ordena su destierro, pero Medea le pide sólo un día para luego partir, con la finalidad de planear un ajuste de cuentas. Le regala a Glauce, la nueva esposa de Jasón, una corona y una túnica que matan al contacto con el cuerpo. Luego Medea mata a sus hijos para que no caigan en manos de alguien que quiera venganza contra ella, para después huir en el carro de Helios. En esta obra se pretende recordar el lugar que tiene la mujer en la sociedad como dadora de vida y, si lo amerita, llegar a ser capaz de quitarla. Es ahí donde juega un papel fundamental el hecho de que Medea sea una hechicera con las características que su rol conlleva: malvada, hábil  e inteligente, ya que sin sus poderes sobrenaturales no hubiera podido llevar a cabo su venganza de la manera tan cruel como lo hizo.
           
            Otra hechicera en la literatura griega es Circe, en La Odisea de Homero. Cuando Odiseo llega con su tripulación a la isla Eea, encuentra una casa de piedra, alrededor de la cual se hayan animales como lobos y leones, que no son más que personas que cayeron presas de los hechizos de la diosa Circe, quien se dedicaba a tejer en su gran telar mientras cantaba de una manera hermosa que era escuchada desde los alrededores de su morada. Los miembros de la tripulación de Odiseo fueron testigos de su armoniosa voz y quisieron ir a pedirle ayuda, misma que la diosa les ofrecería inmediatamente haciéndolos entrar a su casa y estando dentro utilizó sus poderes para preparar una pócima que los haría convertirse en cerdos. Odiseo encontró a Hermes quien le dio un brebaje que lo libraría de los poderos hechizos de Circe para poder enfrentarla y rescatar a sus compañeros. Odiseo marchó a donde Circe, quien  lo hizo entrar y beber de sus pócimas, pero no dieron resultado. Circe le propuso a Odiseo que se acostara con ella y éste le dijo que aceptaría si ella cumpliera la promesa de convertir a su tripulación en humanos y dejarlos en libertad. Circe accedió, los untó con otra poción y todos volvieron a ser humanos.
Se presentan en ambos personajes, Medea y Circe, varias características de las hechiceras: ese miedo que los hombres les tienen porque están enterados de su inteligencia y poder sobrenatural al cual ellos no tienen acceso, una gran belleza que provoca deseos sexuales incontrolables y ese respeto por considerar a la mujer la gran madre.
            Tal vez ese fue el motivo de la posterior negatividad atribuida a la mujer: la incapacidad del hombre de obtener ese poder que el sexo femenino posee, así que al no lograr  igualarla procede a someterla para menguar su fuerza.

Fue en el inicio del siglo X cuando la Iglesia Católica da a conocer un documento llamado Canon Episcopi, en el cual se mencionaban las reglas que debían respetar sus seguidores para que sus almas estuvieran libres de ser condenadas. Hace referencia a las brujas en varias ocasiones: hay una frase que habla sobre las acciones realizadas por  éstas, como volar en escobas, llevar a cabo ritos en aquelarres y tener relaciones sexuales con demonios:  El alma impía cree que estas cosas no suceden en el espíritu, sino en el cuerpo" es decir que el diablo es capaz de hacer creer tanto a la misma persona acusada de brujería como a los que confiesan ser testigos de las acciones de la “bruja”  que en verdad se llevan a cabo estos sucesos que la catalogarían como bruja, sin embargo todo esto es sólo producto de su imaginación. No se podía acusar de brujería ya que dicha acusación vendría del imaginario, pero el tener esos malos pensamientos hacía acreedor al acusador de ser excomulgado. Sólo fue cuestión de que transcurrieran algunos siglos para que se aceptara la idea de que las brujas podían transportarse a los aquelarres en cuerpo y alma y se promulgara una bula para perseguirlas y condenarlas a la hoguera:
Se estima que 500.000 personas fueron declaradas culpables de brujería y murieron quemadas en Europa entre los siglos XV y XVII. Sus crímenes: un pacto con el diablo; viajes por el aire hasta largas distancias montadas en escobas; reunión ilegal en aquelarres, adoración al diablo; besar al diablo bajo la cola; copulación con íncubos (diablos masculinos dotados de penes fríos como el hielo); copulación con súcubos (diablos femeninos). A menudo se agregaban otras acusaciones más mundanas: matar la vaca del vecino; provocar granizadas; destruir cosechas; robar y comer niños.[2]

Existía la teoría de que las brujas no volaban realmente, sino que preparaban ungüentos de plantas como cicuta y beleño, que al contacto con la piel producían un efecto alucinógeno que se asemejaba al vuelo. También se rechaza la idea de la escoba como un símbolo fálico, sino más bien que se utilizaba una vara para introducir esos ungüentos en la vagina.

Una obra más reciente Aura de Carlos Fuentes, hace referencia a las brujas desde un contexto actual. Felipe Montero llega hasta una casa guiado por un anuncio en el periódico, es requerido por Consuelo, viuda de un militar  francés para organizar las memorias de éste. Se encuentra con Aura, sobrina de la vieja, chica bella que lo impresiona. Se queda a vivir ahí con las dos mujeres y comienza a ser testigo de sucesos extraordinarios. Aunque no se menciona explícitamente que en la casa se practique la brujería, el autor hace referencia a varias características que se les atribuyeron a las brujas: existe un jardín con hierbas medicinales,  la casa se encuentra en penumbras y llena de animales como ratones, gatos y la mascota de la anciana: su coneja.  Analizando los personajes se distingue esa dualidad hechicera-bruja, con los personajes de Aura y Consuelo respectivamente ya que la primera es joven, bella, radiante; contrastando con la segunda que es vieja y misteriosa. Durante el relato Aura mata a un macho cabrío, símbolo del diablo, mientras que Consuelo realiza los mismos movimientos en el aire como si controlara las acciones de Aura. 

Las brujas son seres misteriosos que oscilan entre lo fantástico y lo real, ya que no hay una línea que divida los aspectos verídicos y los imaginarios que componen su esencia. El tema de las brujas ha sido muy explotado en la literatura, desde cuentos infantiles hasta novelas de suspenso y terror, pero en todas ellas se exalta a la mujer como poseedora de inteligencia y poder sobrenatural.


BIBLIOGRAFÍA
1)     CALLEJO, Jesús. Breve historia de la brujería. Ediciones Nowtilus. Madrid, 2006.
2)     CARO, Julio. Las brujas y su mundo. Alianza Editorial. Madrid, 1968.
3)     HARRIS, Marvin. Vacas, cerdos, guerras y brujas. Editorial Alianza. Madrid, 1990.

Notas al pie de página

[1] Diccionario de la Lengua Española, vigésima segunda edición.
[2] “Vacas, cerdos, guerras y brujas”  Marvin, Harris. Editorial Alianza. Madrid, 1990.

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